lunes, 15 de febrero de 2010

EL CARNAVAL DE MI TIERRA!!! ya no se vive ni se siente en cada rincon....

El carnaval de Barranquilla 2010, muestra unica de folclor y tradicion, con una reina que rompio esquemas, con unos actores preparados y muy creativos, con una organizacion y pulcritud que no se pone en tela de juicio, mejor dicho, un carnaval con todas las de la ley..pero para quienes?..me place decir que estas fiestas fueron concurridas y sobretodo muy alegres, pero tengo una queja, no para los organizadores, sino para la comunidad: ¿Y LOS BARRIOS QUÉ?... fue deprimente para mi caminar por mis calles y no encontrar la misma alegria de siempre, recorrer mi Barranquilla y descubrir calles vacias y apagadas, y yo me pregunto ¿Dónde esta mi gente? aquella que antes al sonar de una cumbia o una pulla se estremecia y agitaba sus caderas y sombreros vueltiaos, aquella que no dormia durante los 4 dias mas tradicionales y parrenderos de nuestro caribe...¿Dónde esta mi gente? ¿Qué le pasa al mundo? ya mis barrios no son iguales, ni en el encopetado norte, ni en el popular sur, a excepcion de unas cuantas cuadras con "casetas recocheras", viven con todo su entusiasmo y jolgorio nuestra tradicion y nuestro folclor.

miércoles, 27 de mayo de 2009

La PAZ en una sociedad de conflictos

La paz, una palabra que a pesar de ser tan corta encierra tanto dentro de sí; una acción que demostraría nuestra parte más humana y racional; una meta que de ser alcanzada significaría el equilibrio y la estabilidad; un estado al cual la mayoría busca llegar.
Hay muchos conceptos que pretenden definirla, pero para este caso es oportuno recordar el que evoca el Presbítero Jordi Rivero: “la paz es la tranquilidad que procede del orden y de la unidad de voluntades; la serenidad existente donde no hay conflicto”. Bien dice el sacerdote algunos puntos clave para la paz: la unidad de voluntades y la inexistencia de conflicto, pero ¿Cómo podemos hablar de unidad de voluntades en una sociedad fraccionada, sectorizada y marcada por la división de sus comunidades? O ¿conservamos aun las esperanzas de lograr la paz en medio de una sociedad como la nuestra? Son preguntas que vale la pena hacernos de una forma más que crítica, de manera reflexiva.
Es bien sabido que ninguna región está totalmente desprovista de la posibilidad de conflictos armados, y nuestro país no es la excepción; existe un sinnúmero de precedentes históricos que han marcado el curso de estos conflictos, conocemos los sucesos ocurridos entre los siglos XIX y XX, crisis políticas internas, eventualmente derivadas en conflictos armados y guerras civiles; es importante rememorar también la progresiva amenaza del narcotráfico, el tráfico de armas y el crimen organizado, que han llevado en algunas ocasiones a enfrentamientos armados entre organizaciones criminales y las fuerzas de seguridad públicas, dejando como resultado importantes pérdidas civiles.
No podemos olvidar mencionar el creciente y lamentable problema que aqueja a nuestras sociedades, aquel por el cual se libran batallas injustificadas, y se forjan ideales sin sentido ni fundamento, un problema que parece ser el cáncer que heredaron las sociedades actuales de algunas comunidades precedentes: la intolerancia; ésta es, sin duda, una de las mayores causas y, a la vez, consecuencia de la mayoría de los problemas que se viven actualmente, y que se han vivido a lo largo de la historia, no solo de nuestro país sino de todo el mundo. Si vemos los titulares de la prensa, en cualquier parte de nuestro país, vemos cómo las primeras planas, casi diariamente, son ocupadas por noticias que a veces nos parecen absurdas, y que a cualquier ser humano dentro de sus cabales le cuesta entender: cómo puede un padre secuestrar a su propio hijo y luego matarlo; que sentido tiene que un hombre maltrate físicamente a su pareja por el simple hecho de negarle un beso, una noche juntos o una simple cerveza; cómo podemos soportar las agresiones entre hermanos o familiares, o entre vecinos de una misma comunidad. Y otra gran cantidad de casos expuestos en los diarios de las diferentes ciudades.
Es increíble la forma como nos mostramos ante las problemáticas actuales, parecemos haber tomado una actitud pasiva, y más que esto, hemos caído en el casi inhumano error de acostumbrarnos a todo lo que sucede, acomodándonos a las situaciones y exclamando un simple “pobrecito, mira lo que le paso” o la popular “pero que puede hacer uno contra esto, si ahora al que se queja lo matan”, y muchos de aquellos que se atreven a hablar solo confirman lo que plantean Andrés Serbin y José Manuel Ugarte en su texto Prevención de conflictos armados y sociedad civil en América Latina y el Caribe:
“Desde la perspectiva de la ciudadanía, en la actualidad, los conflictos potenciales se vinculan a la ausencia o debilidad de mecanismos institucionales de prevención desarrollados por el estado o los organismos regionales frente a la creciente violencia asociada, por un lado, a la inseguridad y al desarrollo de la criminalidad, y por otro, a la creciente polarización política generada por las desigualdades sociales y étnicas, la exclusión social, y la fragilidad institucional de los sistemas democráticos”
Es casi un axioma que siempre queremos buscar culpables para todos los problemas que nos aquejan, y más real aun que cuando se trata de conflictos públicos terminamos por señalar que toda la culpa la tiene el estado, sin saber que está en muestras manos propiciar los espacios idóneos para que empiece a labrarse el camino hacia la paz, aunque no podemos negar que la acción del estado es pieza fundamental para la resolución de los problemas a mediano y largo plazo, abordándolos y analizándolos desde las causas estructurales, hasta los síntomas, y mas allá, a la prevención de futuros problemas. Así como tampoco es innegable que la participación activa de la ciudadanía es fundamental para el abordaje, análisis y resolución de cada unos de los conflictos que afectan a nuestra sociedad, tal como decía el padre Rivero, tenemos como derecho y como deber unir nuestras voluntades, más allá de fraccionamientos sociales inútiles como posición social, etnia, edad, genero o lugar de origen, el plan de acción no puede vislumbrarse ni mucho menos comenzar a andar sin antes romper los esquemas que nos han encerrado en invisibles esferas de cristal impuestas por los limites de nuestras propias creencias.
Tengamos en cuenta las herramientas que tenemos a la mano para llegar a nuestro objetivo: tenemos la publicidad, la prensa, los programas públicos de tv, y tal vez la más importante: la educación. Recordemos la frase que nos dejo el Papa Juan Pablo II el 1 de enero del 2004: “Ante las situaciones de injusticia y de violencia que oprimen a varias zonas del planeta, ante la permanencia de conflictos armados con frecuencia olvidados por la opinión pública, se hace cada vez más necesario construir juntos caminos para la paz; se hace por eso indispensable educar en la paz" y si necesitamos más motivación, acudamos a nuestro actual billete de mil y observemos la frase que con tanta fuerza y con tanta convicción nos dejo Jorge Eliécer Gaitán: “el pueblo es superior a sus dirigentes”.
NUESTRA UNIDAD HACE LA DIFERENCIA.

Musica de las esferas

¿Alguna vez has escuchado hablar acerca de esta misteriosa musica de las esferas?
Se dice que la atmosfera solar emite ondas sonoras 300 veces mas graves que lo que el oido humano puede escuchar.
Un satelite enviado al espacio por la NASA confirma la antigua creencia de que los cuerpos celestes emiten ondas sonoras que crean una armonia perfecta. Para el sabio Pitagoras y sus discipulos, los tonos emitidos por los planetas dependen de las proporciones aritméticas de las órbitas de los planetas alrededor de la Tierra, de la misma forma que la longitud de las cuerdas de una lira determina sus tonos. Las esferas más cercanas producen tonos graves, que se agudizan a medida que la distancia aumenta. Los sonidos que produce cada esfera se combina con los sonidos de las demás esferas, produciendo una sincronía sonora especial: la llamada “música de las esferas”.
Para los pitagóricos, por tanto, el Universo manifiesta proporciones “justas”, establecidas por ritmos y números, que originan un canto armónico. El cosmos, a sus ojos, es por tanto un sistema en el que se integran las siete notas musicales con los siete cuerpos celestes conocidos entonces (el Sol, la Luna y los cinco planetas visibles). A estos planetas se añadían tres esferas suplementarias que alcanzaban el 10, el número perfecto. La misma armonía celestial fue descrita por Platón cuando, en Epinomis, declaró que los astros ejecutan la mejor de todas las canciones. Cicerón también se refirió en el canto de Escipión a ese sonido tan intenso como agradable que llenaba los oídos de su héroe y que se originaba en las órbitas celestes, reguladas por intervalos desiguales que originaban diferentes sonidos armónicos.
La tradición que consideraba al Universo como un gran instrumento musical se prolonga durante la Edad Media y hasta el siglo XVII, en el que tanto Kircher (que hablaba de “la gran música del mundo”) como Fludd (que concebía un Universo monocorde en el que los diez registros melódicos evocados por los pitagóricos traducían la armonía de la creación), dejaron constancia de su vigencia. Sin embargo, fue el astrónomo Kepler quien estableció que un astro emite un sonido que es más agudo tanto en cuanto su movimiento es más rápido, por lo que existen intervalos musicales bien definidos que están asociados a los diferentes planetas. Kepler postuló, en su obra Harmonices Mundi, que las velocidades angulares de cada planeta producían sonidos. De hecho, Kepler llegó a componer seis melodías que se correspondían con los seis planetas del sistema solar conocidos hasta entonces. Al combinarse, estas melodías podían producir cuatro acordes distintos, siendo uno de ellos el acorde producido al inicio del universo, y otro de ellos el que sonaría a su término.
Por lo general, esta armonía universal es descrita más de forma matemática y geométrica que musical: a finales del XIX, los físicos descubren que los rayos de emisión que se producen de una des-excitación del átomo se expresan mediante una fórmula única compuesta de números enteros, similares a los intervalos musicales.
Un satélite enviado al espacio, en abril de 1998 por la NASA, el Transition Region and Coronal Explorer (TRACE), ha encontrado las primeras evidencias de música originada en un cuerpo celeste, tal como habían imaginado los pitagóricos primero y Kepler más tarde. Ha sido con la ayuda de esta nueva herramienta cosmológica que los científicos del SouthwestResearch Institute (SwRI) en San Antonio (Texas), han descubierto que la atmósfera del Sol realmente “suena”, tal como habían anticipado los pitagóricos y la tradición científica posterior, debido a que está llena de ultrasonidos en forma de ondas.
Las ondas de sonido son detectadas desde lejos como pequeñas fluctuaciones en la luminosidad de las emisiones solares ultravioletas. El ultrasonido solar está en el límite de lo que puede detectar TRACE, y es tan débil que las ondas individuales no se registran. El satélite TRACE es un telescopio ultravioleta que gira en órbita alrededor de la Tierra. Aunque el descubrimiento del TRACE ayudará a resolver un misterio establecido por décadas acerca del Sol y del clima espacial, al mismo tiempo constituye una nueva e inestimable contribución a la teoría de la música de las esferas.